viernes, 21 de octubre de 2011

Levísimas condenas por el robo de bebés

Cinco condenas por el robo de dos bebés

Cuatro militares y un médico recibieron penas de entre cinco y catorce años por robar a los mellizos que dio a luz Raquel Negro en marzo del ’78. Otro de los imputados fue absuelto.

 Por Juan Cruz Varela

Desde Paraná

Tres minutos insumió la lectura de la sentencia. Ese tiempo le llevó al Tribunal Oral Federal de Paraná anunciar la condena a cinco represores por dos hechos de sustracción de menores y supresión de identidad, cometidos en el marco de un plan sistemático que dio lugar a la tortura, desaparición forzada de personas y robo de bebés. Los jueces Roberto López Arango, Lilia Carnero y Juan Carlos Vallejos condenaron a Pascual Oscar Guerrieri a catorce años de prisión, a Jorge Alberto Fariña y Juan Daniel Amelong a trece años, a Walter Salvador Pagano a once años y al médico anestesista Juan Antonio Zaccaría a cinco años de cárcel. En tanto, Marino Héctor González fue absuelto.

El fallo dejó una doble sensación: por un lado, la satisfacción de haber logrado una condena, pero por el otro la amargura por el monto de las penas impuestas, sobre todo en el caso del médico Zaccaría, y por la absolución de González. Los querellantes habían reclamado la prisión perpetua para los seis imputados al invocar la figura de la desaparición forzada de personas en virtud de que todavía se desconoce el paradero de uno de los mellizos que dio a luz Raquel Negro en el Hospital Militar de Paraná, en marzo de 1978, mientras estaba privada de su libertad.

Cincuenta y ocho días duró el juicio. Dieciocho audiencias de debate. Cuarenta y un testigos pasaron ante el tribunal. Cinco condenados, un absuelto, una identidad restituida y un ausente. El juicio cambió la presunción de muerte por una certeza de vida respecto del mellizo. Pero sigue habiendo alguien que falta. NN Facundo dirá la investigación que corre paralelamente en el Juzgado Federal.

A las 17.18 la voz entre ronca y severa del presidente del tribunal rompió el silencio. Sabrina se aferró más que nunca a Sebastián. No lloraron, pero se los notaba emocionados. Nunca lloran. “No se llora frente a los hijos de puta”, dijo ella un día.

Sin embargo, en pocos minutos una sensación de desazón ganó la escena. No hubo aplausos ni gritos ni llantos en la sala. El retrato de Raquel se elevó en el aire y estalló un canto tibio, ese que reza “como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”. Sabrina y Sebastián, los hijos de Raquel Negro y Tucho Valenzuela, se abrazaron con fuerza y ternura a la vez. Enseguida se sumó a ellos Matías, hijo de Tucho. También afuera, en la calle, acompañaron el canto de los de adentro con un poco más de fuerza que convicción. Era un grito contenido durante treinta años.

Hubo coincidencias en que la sentencia fue histórica, pero no cubrió las expectativas, ni por los montos de pena impuestos ni por la absolución que se dictó contra uno de los acusados. “No era lo que esperábamos, pero estamos contentos porque se cierra una etapa y se abre otra. Este juicio sirvió para comprobar que el melli está vivo, así que ahora hay que apostar a encontrarlo, y estamos cada vez más cerca”, afirmó Sabrina tras la lectura de la sentencia. La joven, que hoy tiene 33 años, recuperó su identidad en diciembre de 2008, a partir de una investigación iniciada desde el Registro Unico de la Verdad, un organismo del gobierno entrerriano.

“Los abogados querellantes habían pedido prisión perpetua, pero es la sentencia que hay, y la absolución es la parte más dolorosa que tiene; pero apostamos a una instancia de justicia en la que se les dieron a los imputados todas las garantías, tal como nos enseñaron las Madres y las Abuelas, no apelando a la venganza, sino a la reconstrucción de la historia a través de la Justicia y en el marco de las instituciones democráticas. Eso es lo que se les dio y lo que hay que defender siempre”, acotó Sabrina.

Entonces la condena dio paso al festival popular convocado por los organismos de derechos humanos para festejar la alegría, para seguir sembrando memoria, verdad y justicia, que es algo más que una consigna. La guitarra de Mazinatra acompañó a Sabrina en su “Canción del Melli”. Luego siguieron los espectáculos. Payasos autoconvocados por la memoria, la murga rosarina La Memoriosa, las chicas paranaenses de Tamvos, Muzingas, Alejandra Mansur y el grupo de rock Actitud María Marta le pusieron color y voz a ese canto a la justicia, en un espectáculo que se extendió por varias horas, desde un escenario montado sobre la calle, hasta que la noche fue cubriendo a la ciudad y esos rostros jóvenes en blanco y negro, sus imágenes, bailaban en las cuerdas que los sostenían frente al edificio de los tribunales federales

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