jueves, 29 de mayo de 2014

Condenada a ocho años a la obstetra por participar en una apropiación

“Me da tranquilidad y alivio”

Catalina de Sanctis Ovando, quien recuperó su identidad en 2008, se mostró conforme con la sentencia contra la médica que adulteró los datos de su nacimiento
–que se produjo en la maternidad clandestina de Campo de Mayo– y facilitó su apropiación.

La Justicia condenó a una obstetra que falsificó los datos de la nieta recuperada Catalina de Sanctis Ovando. La médica, Lidia Fanny Villavicencio, atendió su nacimiento en agosto de 1977, en la maternidad clandestina de Campo de Mayo. Luego anotó en el libro del hospital que la niña había nacido muerta y firmó un acta en la que la recién nacida quedó registrada como hija de sus apropiadores.

El Tribunal Oral Nº1 de San Martín dictó una sentencia de ocho años de prisión para la partera, que está excarcelada y volvió a su casa porque el fallo aún no está firme.

Los jueces Héctor Sagretti, Daniel Cisneros y Daniel Petrone la encontraron partícipe en primera instancia del ocultamiento de una menor, además de los delitos de supresión de identidad y falsedad ideológica de documento público en perjuicio de la nieta recuperada.

“Me da tranquilidad y algo de alivio que llegue algo de justicia para nosotros”, dijo cuando terminó el juicio Sanctis de Ovando.

Las querellas habían pedido una condena de 12 años para la acusada. A pesar de que el tribunal fijó una pena más baja, la abogada de Abuelas de Plaza de Mayo María Inés Bedia se mostró conforme. “Es importante porque sienta un precedente en la Justicia”, señaló.

Una prueba clave en el juicio fue el dictamen del calígrafo oficial Guillermo Adolfo Anzorena, que determinó que las firmas que aparecen en los documentos adulterados son de la médica. Además, en las audiencias se incorporaron por lectura las declaraciones de otras obstetras y médicas que contaron que era frecuente ver a mujeres detenidas en el hospital militar de Campo de Mayo.

Sobre la madre de De Sanctis Ovando, Miryam, se estableció que fue llevada a dar a luz con los ojos vendados. La joven era una estudiante universitaria que militaba en la Juventud Peronista y que fue secuestrada cuando estaba embarazada de seis meses. Su pareja, Raúl René de Sanctis, también fue desaparecido por la dictadura.

En el libro de partos de Campo de Mayo, su apellido –Ovando– aparece registrado en las novedades del día en que nació su hija Catalina. En la hoja fue escrita la palabra “cesárea”, que luego fue tachada y reemplazada por “legrado feto sin vida de 45 días”. El acta de nacimiento adulterada, en el que la recién nacida fue registrada como hija de sus apropiadores, lleva fecha de cuatro días después y señala que una niña llamada María Carolina nació por cesárea, hija de María Francisca Morilla y Carlos Hidalgo Garzón. Este documento facilitó que la pareja la anotara como hija propia.

En un juicio anterior, llevado adelante por el mismo tribunal, el matrimonio fue condenado por la apropiación.

Catalina contó en el juicio anterior que había encontrado una carta “del mes de abril de 1977, que según la escritura estaba confeccionada por María Francisca Morillo y dirigida a Hidalgo Garzón, en la que se hacía referencia a la visita de una mujer del movimiento (Movimiento Familiar Cristiano) a ver el departamento, que le dio detalles acerca de los partos y que le refirió que los mismos eran normales y que no había malformaciones”.

La joven agregó que hasta la mayoría de edad confió en que era hija de quienes se decían sus padres, pero al ver un aviso de las Abuelas de Plaza de Mayo por televisión consultó a su supuesta madre, que le contó la verdad. No obstante, no quiso acudir a la Justicia para no complicar judicialmente al matrimonio y recién a los 31 años –el 8 de septiembre de 2008– recuperó su identidad tras un examen de ADN al que no había querido someterse voluntariamente.

Para 2013, durante el juicio oral, Ovando se convirtió en querellante del juicio a sus apropiadores, que fueron condenados a 15 y 12 años de prisión.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Juicio oral a Lidia Fanni Villavicencio, médica de Campo de Mayo

Obstetra en una maternidad clandestina

Firmó el certificado falso del nacimiento de Catalina De Sanctis Ovando, en el que figuraba como hija de sus apropiadores.
“Mis abuelos tendrían la misma edad que esta mujer, pero yo no pude conocerlos”, dijo De Sanctis Ovando.

Laura Catalina De Sanctis Ovando creyó hasta los 21 años que era la hija biológica de sus apropiadores. Como suele sucederles a quienes crecen en una familia que no es la de origen, ella sentía cierto extrañamiento pero, salvo alguna respuesta evasiva, no tenía motivos para dudar de su parentesco. Hasta su certificado de nacimiento lo confirmaba y decía que sus papás eran Carlos Hidalgo Garzón y María Francisca Morilla. Lo que ella no sabía era que ese papel mentía, porque Lidia Fanni Villavicencio, obstetra de la maternidad clandestina de Campo de Mayo, había introducido datos falsos en el documento. La médica enfrenta ahora un juicio que concluirá mañana. En la jornada de ayer, las querellas expusieron sus alegatos y pidieron 12 años de prisión para Villavicencio al considerar que sin su labor Catalina no hubiera sido apropiada.

“Pensé que iba a ser más liviano, pero es muy movilizante”, aseguró De Sanctis a Página/12 sobre el proceso judicial que se lleva a cabo. “Este juicio me centró en pensar en mis abuelos, que no pudieron conocerme. Fallecieron muy jóvenes porque el hecho de que yo no estuviera con ellos les destruyó su salud y su vida. Y yo no los pude conocer”, añadió.

Catalina nació el 11 de agosto de 1977. Es hija de Raúl René De Sanctis y Miryam Ovando, dos estudiantes universitarios que militaban en la Juventud Peronista, ambos desaparecidos en la última dictadura. Cuando fue secuestrada el 1º de abril de ese año, Miryam ya transitaba el sexto mes de embarazo.

En el libro de partos de Campo de Mayo, su apellido –Ovando– aparece inscripto el mismo día que nació su hija. Al lado está la palabra “cesárea” tachada y reemplazada por la frase “legrado feto sin vida de 45 días”. Es decir, para ese documento, Miryam, que estaba en fecha de parto, había perdido el bebé.

El otro asiento importante se encuentra cuatro días después y menciona que una bebé llamada María Carolina nació por cesárea, como hija biológica de Morilla e Hidalgo Garzón. Esa información, se supo después, era falsa, pero los nombres y la fecha que la médica obstetra incluyó en el acta de nacimiento posibilitó luego que Catalina fuera inscripta por sus apropiadores.

Tuvieron que pasar 31 años para que, el 8 de septiembre de 2008, ella recuperara su verdadera identidad, luego de un examen de muestras de ADN ordenado por el juez federal Ariel Lijo y al que ella no quiso someterse voluntariamente.

Para ese momento, Catalina ya sabía desde hacía diez años que era hija de desaparecidos. Al ver un anuncio de Abuelas de Plaza de Mayo en la televisión había hablado con su apropiadora y ella admitió la verdad. No dijo ni hizo nada por temor a los delitos y las penas que implicaba para Hidalgo Garzón y Morilla. Pero luego de recuperar su identidad y conocer su historia, Catalina fue querellante en el juicio contra sus apropiadores. Ellos fueron juzgados el año pasado y recibieron una condena de 15 y 12 años, respectivamente. Hidalgo Garzón fue miembro del área de Inteligencia del Ejército.

En diálogo con este diario, la abogada de Abuelas de Plaza de Mayo María Inés Bedia señaló: “Vamos a demostrar que Catalina nació el 11 de agosto y fue arrancada de los brazos de su madre para ser entregada a sus apropiadores, que alteraron sus datos gracias al aporte fundamental de Villavicencio”.

El debate en el tribunal comenzó el martes 20 de mayo, en la primera de las tres jornadas que se programaron en el proceso que lleva adelante el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de San Martín. Puntualmente, la partera de la maternidad clandestina de Campo de Mayo está imputada por tres delitos. Se la considera partícipe necesaria de la retención y ocultación de un menor de diez años y de la alteración del estado civil. Además, está acusada de ser la autora del delito de falsedad documental.

En la primera jornada se leyó el requerimiento de elevación a juicio de la fiscalía y, tras ese paso, se dio la palabra a Villavicencio, pero la mujer se negó a declarar. “Entonces se leyó la indagatoria que prestó por escrito durante la etapa de instrucción del juicio”, explicó Bedia.

Villavicencio se había descompuesto cuando le tomaron declaración testimonial durante la fase de instrucción, por lo que presentó luego una declaración por escrito “con las mismas formalidades que la indagatoria”. Esa versión fue la leída en la primera audiencia y, allí, la acusada contó que atendió a una mujer, que pudo advertir que estaba detenida, pero que tenía la orden de no hablar con ella. Además, relató que el parto se realizó en una sala que no era la habitual.

Respecto de los datos falsos que insertó en el certificado de nacimiento de Catalina, la partera explicó que la información se la dieron y que ella no conocía a los apropiadores. “Vamos a demostrar que sí tenía conocimiento tanto de que esa mujer estaba en situación de desaparición forzada y que sabía que esos datos eran falsos”, remarcó la abogada querellante.

Durante el juicio declararon cuatro testigos. La propia Catalina, su marido Rodrigo, que la acompañó durante todo el proceso de recuperación de la identidad, el perito calígrafo Guillermo Anzorena, que certificó que la firma existente en los documentos modificados es de la médica y Jorge Villavicencio, el hijo de la obstetra.

La médica tiene ahora 91 años. Al ingresar el martes pasado a la sala del tribunal caminó muy despacio, con un bastón, pero los años, para De Sanctis, no la liberan de su responsabilidad. “Tuvo toda una vida para pensar en esto y en hacer algo para contar lo que sabía”, remarcó.

“Cuando escuché su edad, pensé que me habría gustado estar con mis abuelos de la misma manera que ella pudo estar con los hijos y sus nietos”, contó Catalina, pero es probable que lo haya sintetizado mejor el martes pasado en la audiencia. “Si vivieran, mis abuelos tendrían la misma edad que esta mujer pero, por ella, yo no pude conocerlos”, declaró.

viernes, 2 de mayo de 2014

Se identificaron tres mujeres asesinadas embarazadas.

COMUNICADO DE PRENSA

Abuelas de Plaza de Mayo informa que en los últimos tiempos el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), a través de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas (ILIP), identificó tres mujeres que fueron asesinadas embarazadas por el terrorismo de Estado. Mónica Edith De Olaso, Alicia Beatriz Tierra y Laura Gladys Romero fueron secuestradas embarazadas, por lo que hasta el momento de su identificación buscábamos a sus hijos. A pesar de la tristeza de conocer ese final atroz, y confirmar que las jóvenes fueron asesinadas antes de dar a luz, pudimos conocer la verdad sobre lo ocurrido.
 
Los casos
Mónica De Olaso nació el 12 de agosto de 1958 en la localidad de Tolosa, provincia de Buenos Aires. Sus familiares y amigos la llamaban "Moniquita". Su compañero Alejandro Ford nació el 1° de marzo de 1957 en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. Sus amigos lo llamaban "El Negro". Ambos militaban en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Fueron secuestrados el 11 de mayo de 1977 en la casa de unos amigos en la localidad de Tolosa. Mónica estaba embarazada de dos meses. Ambos permanecieron detenidos en el Centro Clandestino de Detención "La Cacha". La joven estuvo detenida también en la Comisaría 5° de La Plata y en el Penal de Olmos. Los restos de ambos fueron identificados en el cementerio de Ezpeleta (Quilmes), y gracias al trabajo de identificación del EAAF se confirmó que la joven fue asesinada el 24 de junio de 1977, con tres meses de embarazo.

Alicia Tierra nació el 16 de junio de 1953 en Pérez, provincia de Santa Fe. Su familia la llamaba "Lali". Fue secuestrada el 31 de diciembre de 1976 en su domicilio de la ciudad de Rosario, embarazada de seis meses. Por testimonios de sobrevivientes pudo saberse que permaneció detenida en el Servicio de Información de la Jefatura de Policía de Rosario. El EAAF logró identificar a Alicia en el Cementerio de la Piedad de esa ciudad y determinó que fue asesinada el 28 de enero de 1977.

Laura Romero
nació el 29 de diciembre de 1956 en La Quiaca, provincia de Jujuy. Su compañero Luis Guillermo Vega Ceballos, el 18 de septiembre de 1947, en Santiago de Chile. Su familia lo llamaba "Willy". Ambos militaban en el PRT-ERP. Fueron secuestrados el 9 de abril de 1976 en el barrio de la Boca, Capital Federal. La joven estaba embarazada de cuatro meses. El 22 de abril de 1976 apareció el cuerpo de una mujer en la costa uruguaya, en la Barra de la Laguna de Rocha, a 14 kilómetros de La Paloma. Del cuerpo se pudieron extraer impresiones digitales y fue inhumado como NN en el cementerio. Allí se enterró a su compañero Luis, también como NN. Gracias al trabajo del EEAF ambos fueron identificados. Habrían sido asesinados en unos de los llamados “Vuelos de la muerte”.
La noticia confirma, una vez más, la virulencia con que los represores se ensañaron con nuestros hijos. Los secuestraron, torturaron, a algunas mujeres las dejaron con vida hasta el momento de dar a luz, para luego robarles sus bebés; a otras las acribillaron aún con su hijo en el vientre.

Las Abuelas de Plaza de Mayo buscamos a nuestros nietos desde el momento en que desaparecieron a sus padres y en este camino también buscamos saber qué ocurrió con nuestras hijas e hijos desparecidos. Hoy sabemos cuál fue el destino final de Mónica, Alicia y Laura, y con dolor cerramos la búsqueda de tres nietos, no porque hayamos restituido su identidad, sino porque sus madres fueron asesinadas embarazadas. Con esta información el número de casos resueltos por la institución asciende a 113. Esperamos que el próximo comunicado sea para anunciar que un nuevo nieto restituye su identidad y comienza a vivir con la libertad que solo nos asegura la verdad.
Miércoles 30 de abril de 2014, Ciudad de Buenos Aires.