lunes, 20 de octubre de 2014

Conferencia de prensa de la Mesa Todos por el Banco Nacional de Datos Genéticos

Este miércoles 23 de octubre de 2014 a las 11 horas las organizaciones nucleadas en la Mesa Todos X el Banco Nacional de Datos Genéticos convocan a una conferencia de prensa en la puerta del edificio de Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Av. Córdoba 831) para anunciar la presentación de un recurso de impugnación contra el concurso público realizado el mes pasado para cubrir el cargo de Director del BNDG. 

La Dra. Mariana Herrera Piñero, primera en la orden de mérito de dicho concurso, fue cuestionada por ser inhábil moralmente para ejercer el cargo al ser presidenta y accionaria de dos laboratorios privados, haber obrado como perito oficial en causas de identificación de personas nacidas en cautiverio en dictadura lo que resulta incompatible, además de irregularidades tales como haber sido la redactora de la reglamentación del mismo concurso y poseer títulos de especialidad en genética otorgados por la Sociedad Argentina de Genética Forense, cuyo consejo directivo integra.

Por el derecho universal a la identidad ¡No al traslado y vaciamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos!

Mesa Todos X el BNDG:

Elsa Pavón- Abuela de Plaza de Mayo
Mirta Baravalle- Abuela y Madre de Plaza de Mayo
Asociación Ex- Detenidos Desaparecidos (AEDD)
Asociación Profesionales en Lucha (APEL)
Agrupación por los Derechos Humanos ¿Quiénes Somos?
Colectivo Memoria Militante
Hijos La Plata

domingo, 12 de octubre de 2014

Nuevo reclamo por el inminente traslado del Banco de Datos Genéticos

El control de una institución emblemática El Gobierno convalidó el concurso para designar como nueva directora a una médica que es accionista de un laboratorio privado.

Protesta. Abuelas y una nieta, contra el desguace del BNDG /GERARDO DELL’ORO

 Organismos de derechos humamos lamentaron ayer que se haya dado “un nuevo paso en la privatización del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG)” tras la validación del Ministerio de Ciencia del concurso que ubicó en el primer lugar de postulantes para su presidencia de Mariana Herrera Piñero.

La mesa Todos por el Banco Nacional de Datos Genéticos, que integran la Asociación de ex detenidos-desaparecidos (AEDD), Asociación de Profesionales en Lucha, Colectivo Memoria Militante, HIJOS La Plata y la Agrupación por los Derechos Humanos “¿Quiénes somos?”, viene oponiéndose al desguace y traslado del BNDG ala órbita del Gobierno Nacional, más específicamente al Ministerio de Ciencia y Tecnología.

El BNDG fue creado en 1986, y funcionó desde entonces con autonomía en el Hospital Durand, que depende del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Con prestigio ganado alrededor del mundo, fue el encargado de identificar infinidad de restos de desaparecidos y hacer los análisis que permitieron la recuperación de 115 nietos por parte de las Abuelas de Plaza de Mayo. Hoy se sigue dedicando a ese resabio doloroso de la historia de los 70, pero la mayor parte de su tarea cotidiana tiene que ver con casos actuales en los que hay dudas sobre paternidad u otras vínculos familiares.

Pero en 2009, con el impulso del kirchnerismo, se sancionó la ley 26.548 para el desguace del BNDG y su conversión en una plataforma de un nuevo Instituto de Genómica Humano dentro del Ministerio de Ciencia Nacional. Además, restringió su competencia sólo a los casos de delitos lesa humanidad cometidos hasta 1983, dejando el resto de la tarea en manos de instituciones privadas que hasta ahora competían con el BNDG. De uno de esos laboratorios privados, Genda, es accionista Herrera Piñero, la primera precalificada en el concurso que ahora fue convalidado por el ministro Lino Barañao, a pesar de la impugnación de las ONG.

El traslado del BNDG a un nuevo edificio sobre la Avenida Córdoba sería inminente.

La última preocupación entre sus profesionales es la posibilidad de que sea intervenido el sistema informático, que atesora 253 muestras de otras tantas búsquedas de nietos probablemente desaparecidos en la dictadura que aún son buscados por sus familiares, para reemplazarlo por un nuevo de una empresa vinculada familiarmente a Herrera Piñero.

“La sanción de la ley 26.548 fue el primer paso en el desguace del BNDG para convertirlo en una plataforma asociada a capitales interesados en el negocio de la medicina genómica”, aseguraron las ONG en un comunicado difundido ayer, en el que agregaron que “la restricción de la competencia del BNDG ha convertido el derecho a la identidad en un negocio para un puñado de laboratorios privados”.

Las organizaciones que encabezan el reclamo se comprometieron a seguir luchando desde la mesa conjunta “impugnando el concurso por vía judicial”, batallando contra la privatización del BNDG y a favor del acceso universal al derecho a la identidad”.

jueves, 2 de octubre de 2014

Declaró una partera del Hospital Militar de Campo de Mayo

“Es una mochila muy pesada”

Nélida Valaris atendió al menos dos partos de mujeres que estaban secuestradas en Campo de Mayo. “Si me hubiesen dicho de qué se trataba, me hubiera escapado”, dijo al declarar como testigo.

 Por Ailín Bullentini

La de ayer fue su cuarta declaración ante la Justicia; la segunda frente a un tribunal oral. Como en las anteriores, la licenciada en Obstetricia “a punto de jubilarse” Nélida Valaris hizo la misma reflexión sobre su función como partera del Militar de Campo de Mayo (HMCM) durante la última dictadura: “la mochila pesada” que significa, para ella, el haber formado parte, sin saberlo, del plantel médico que trabajó en la maternidad clandestina de esa institución.

Corpulenta, pelo renegrido y atado hacia atrás, Valaris declaró durante poco menos de dos horas frente al Tribunal Oral Federal Nº 6 en el juicio que se les sigue a los represores Santiago Riveros y Reynaldo Bignone, a los médicos militares jubilados Eugenio Martín y Norberto Bianco y a la partera Luisa Arroche de Sala García por la apropiación de nueve bebés nacidos en el HMCM. De sus siete años de servicios prestados en el sector de Ginecología y Obstetricia de esa institución, Valaris conserva en su memoria algunos nombres –recuerda sin dudar al ex jefe del sector Jorge Caserotto, “personaje bastante siniestro”, y a Agatino Di Benedetto, quien fue uno de los directores del hospital; también al “traumatólogo” Norberto Bianco y a su colega Arroche– y varias experiencias que prefiere “no haber vivido nunca”.

“Si me hubiesen dicho de qué se trataba todo aquello hubiera escapado, me hubiera ido del país. Nunca imaginamos la desaparición de personas”, advirtió en plural, quizá invocando a algunos de sus compañeros de trabajo que, como ella, decidieron acudir al llamado de Raúl Alfonsín cuando, como presidente, invocó a quienes “supieran algo” sobre los horrores del terrorismo de Estado durante la dictadura todavía tibia, a que lo contaran. Valaris declaró sobre lo vivido en varias oportunidades. La primera vez fue ante la Conadep, lo que le valió amenazas explícitas de muerte de parte de Caserotto. “Me dijo que iba a ver crecer las margaritas desde abajo. Y yo le contesté que estaba tranquila porque no necesitaba un litro de vino para dormir”, recordó. Años más tarde aportó detalles en la instrucción de la causa que en la actualidad está en debate. Declaró en el juicio por el Plan Sistemático y recorrió, varios años después de su “retiro voluntario”, las instalaciones del hospital. Ayer, advirtió que aquella época es una “mochila muy pesada que, a medida que pasa el tiempo, profundiza más su pesar”. “Sobre todo los partos”, remarcó.
Los partos

Los dos sucedieron, cree, entre 1976 y 1977. Ambos, también, de día. El primero fue en la sala de partos del hospital: “Era una mujer llamativamente canosa. No me la puedo sacar de la cabeza: tenía los ojos vendados con gasa y estaba custodiada. Así parió, sin hacer ningún tipo de sonido, ni de queja, ni de dolor, de nada. En silencio”.

Para el segundo, “el más doloroso”, Valaris resistió su participación ante Caserotto. “Vino y me dijo que tenía que ir a asistir a una detenida en la cárcel de encausados de Campo de Mayo. Me negué, pero me obligó: dijo que era orden del director del hospital”, relató ante el TOF Nº 6. Más tarde, informó que De Benedetto negó ante la Justicia haber emitido aquella orden. No pudo negarse: con una enfermera y un médico traumatólogo fueron hacia esa dependencia. No recordó quién era el doctor; respecto de la enfermera, también dudó. “Me impresionó la cantidad de hombres de fajina que había. Nos llevaron a la enfermería, donde encontré a una chica joven, rubia, blanca, también vendada. Es una imagen muy fresca la que tengo de ella, aún no se ha borrado”, describió. La mujer estaba para dar a luz, “no había opción”. Le pidió que se atravesara en la cama, “a la vieja usanza”; la chica “colaboró”. Llorando, describió las condiciones: “Tengo el recuerdo presente de que hacía un frío espantoso”. Fue un varón. Lo apoyó en el vientre de la madre para tratar de contener la temperatura. Pero no mucho, porque la custodia se lo llevó apenas Valaris le cortó el cordón. Ella hizo algunos procedimientos más: extrajo la placenta, anestesió a la mujer, la suturó. Y se fue. “Me pareció una injusticia terrible que yo tuviera que pasar por esa situación. No estábamos preparados los civiles para esas cosas”, concluyó luego. No registró ninguna de las dos intervenciones. Tampoco nunca supo cómo se llamaban las pacientes, por qué estaban detenidas y en qué condiciones: “En el cambio de guardia nos referíamos a ellas como las detenidas, las sediciosas, las guerrilleras, porque eso circulaba, pero nunca supimos más. Siempre pensamos que eran detenidas de la cárcel de encausados, no sabíamos de centros clandestinos de detención”, remarcó.
El fondo

“He ido cuatro o cinco veces con Caserotto a la sala de Epidemiología, le decían ‘el fondo’”, contó. Su función, según su recuerdo, era controlar los embarazos de las mujeres que allí estaban internadas. Cuando participó de la recorrida por aquel lugar, en años de democracia y en el marco de investigaciones judiciales sobre los nacimientos clandestinos, notó que lo habían modificado. En su recuerdo, aún sabe caminar por el pasillo e ingresar a la primera habitación de la izquierda, en donde “estaban estas mujeres con los ojos vendados”, sobre una cama cuya cabecera estaba coronada por un ventanal “tapiado o cerrado”. Auscultaba los latidos de los bebés, les tomaba la presión y no mucho más: “Las mujeres parían y se iban y venían otras, no sabíamos su destino”, apuntó.