Los alegatos de las defensas. En búsqueda de atenuantes
Los abogados de Eduardo Ruffo, acusado en este juicio por ocultar la identidad del hijo de Sara Méndez, y de Susana Colombo, apropiadora de Francisco Madariaga, intentaron exculparlos y destacaron que colaboraron para que encontraran su identidad.
Por Alejandra Dandan
Empezó la etapa de alegatos de la defensa en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés. Los abogados defensores de Eduardo Ruffo y de Susana Colombo pidieron absoluciones para los acusados. El ex agente de inteligencia Eduardo “Zapato” Ruffo está acusado por la sustracción, ocultamiento y sustitución de la identidad de Simón Méndez, el hijo de la uruguaya Sara Méndez. Susana Colombo, la ex mujer del represor de Campo de Mayo y ex carapintada Víctor Gallo, está acusada por la apropiación de Francisco Madariaga. Los casos tienen puntos en común. Los dos son “autores directos”, imputados que llegaron a juicio acusados por un hecho puntual y no por todos los expedientes. Y algo del rol que tuvieron en el momento en el que aquellos niños, muchos años después, conocieron sus identidades emparienta las dos situaciones. Ese fue uno de los aspectos sobre los que recayó la estrategia de la defensa y también un aspecto que la fiscalía ya había ponderado y por el que atenuó el pedido de condena.
Con esta etapa empieza uno de los últimos momentos del juicio. Hoy por la mañana alegarán los defensores de Víctor Gallo, también acusado por la apropiación de Francisco Madariaga, y del prefecto Juan Antonio “Piraña” Azic, uno de los torturadores de la ESMA, apropiador de dos niñas y acusado en este contexto por la de Victoria Donda. También ellos llegaron a juicio acusados como autores directos de los delitos, los responsables que tuvieron en sus manos la ejecución de los crímenes. Luego será el turno de los defensores de los “autores mediatos”, los represores de mayor peso en las fuerzas represivas de la dictadura que tuvieron en manos la organización del plan de robo de niños. Entre otros, son Jorge Rafael Videla, Reynaldo Bignone, Santiago Riveros o Jorge “El Tigre” Acosta, representados en general por la defensa oficial. Todos ellos aparecen en general como responsables de la mayor cantidad de los 36 expedientes del juicio, con pedidos de prisión de 50 años.
De las dos defensas de ayer, la mejor fundada técnicamente fue la de Ruffo y es la que más hará trabajar a los fiscales. Ruffo es investigado desde 1983 y fue condenado, entre otras causas, por la apropiación de Carla Rutila Artés, a quien ella le abrió una causa paralela por abusos y fue condenado por su responsabilidad en los crímenes de Orletti. Llegó a este juicio porque Sara Méndez lo situó en el operativo de la noche del 13 de julio de 1976, cuando la secuestraron a ella y le robaron a su hijo recién nacido, apropiado por el comisario de esa zona. Ruffo es la persona que además, 26 años más tarde, aportó un dato que permitió ubicar a Simón. Su abogado Cristian Calé cuestionó puntos que eran previsibles. El recuerdo de Sara que permitió ubicar a Ruffo en el operativo, un recuerdo rememorado en 2004 a partir de la publicación de una foto en una revista donde él aparece de cuerpo entero. Cuestionó además que se lo haya acusado de participar en un operativo cuando en la causa Orletti lo condenaron por haber participado esa misma noche o esos días de otros distintos. Y cuestionó la figura de la sustracción y “ocultamiento”, entre otras razones, porque según su teoría, cuando le preguntaron por el paradero de Simón, Ruffo dijo que no tenía la información sino que salió a buscarla.
La fiscalía rebatirá estos puntos en lo que se llama etapa de “réplicas”. Podría decirse sin embargo que la defensa de Ruffo no dijo nada sobre el modo en el que opera la memoria en el cuestionamiento al recuerdo de Sara. Cómo son los mecanismos de memoria y olvido. Cuándo se recuerda y por qué. El juicio a los autores directos, esto es a quienes intervinieron con el cuerpo en los operativos, no tiene la prueba de los muchos testimonios que suelen sostener las acusaciones a los cuadros medios o jefes. Son recuerdos de una persona como en este caso, la única sobreviviente de aquel día enfrentado con quien integró el circuito represivo.
La pregunta sobre si Ruffo tenía los datos de Simón o tuvo que salir a buscarlos no altera la acusación en su contra en cuanto que tuvo durante 26 años la forma de encontrar esos datos que finalmente encontró, y no lo hizo, según creen los fiscales. En este punto hay un aspecto que tiene que ver con una de las características de estos delitos que es que no cesan hasta que dejan de cometerse. Los fiscales habían dicho durante la acusación que esa misma disposición a ir a buscar el dato, fue uno de los elementos que permite atenuar la pena pero no exime de culpas: “Veintiséis años después colaboró para que se reencontraran; esa actitud al menos lo pone en un lugar diferente con todos los otros imputados –habían dicho–. Pero también es cierto que eso lo pudo hacer cualquier día de esos 26 años y evitar un inmenso dolor, pero recién lo hizo en 2001”.
La defensa de Colombo presentó a la mujer como una víctima de la violencia doméstica, física y psicológica de Gallo, y en ese contexto aseguró que esperar que ella hubiese podido hacer algo en 1977 con ese niño es pedirle un acto de heroísmo porque implicaba poner en riesgo su vida. Colombo acompañó a Francisco a Abuelas de Plaza de Mayo, luego de una situación extrema, en la que admitió que él podía ser hijo de desaparecidos. Por eso la defensa pidió la absolución o la figura de la “necesidad disculpante o exculpante” que es causa de inimputabilidad. Para los fiscales y los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, para quienes esa conducta atenuó el pedido de penas, Colombo tenía herramientas para poder actuar de modo autónomo y no redime su grado de responsabilidad por haber sustraído, ocultado y sustituido la identidad de Francisco durante años.
Los abogados de Eduardo Ruffo, acusado en este juicio por ocultar la identidad del hijo de Sara Méndez, y de Susana Colombo, apropiadora de Francisco Madariaga, intentaron exculparlos y destacaron que colaboraron para que encontraran su identidad.
Por Alejandra Dandan
Empezó la etapa de alegatos de la defensa en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés. Los abogados defensores de Eduardo Ruffo y de Susana Colombo pidieron absoluciones para los acusados. El ex agente de inteligencia Eduardo “Zapato” Ruffo está acusado por la sustracción, ocultamiento y sustitución de la identidad de Simón Méndez, el hijo de la uruguaya Sara Méndez. Susana Colombo, la ex mujer del represor de Campo de Mayo y ex carapintada Víctor Gallo, está acusada por la apropiación de Francisco Madariaga. Los casos tienen puntos en común. Los dos son “autores directos”, imputados que llegaron a juicio acusados por un hecho puntual y no por todos los expedientes. Y algo del rol que tuvieron en el momento en el que aquellos niños, muchos años después, conocieron sus identidades emparienta las dos situaciones. Ese fue uno de los aspectos sobre los que recayó la estrategia de la defensa y también un aspecto que la fiscalía ya había ponderado y por el que atenuó el pedido de condena.
Con esta etapa empieza uno de los últimos momentos del juicio. Hoy por la mañana alegarán los defensores de Víctor Gallo, también acusado por la apropiación de Francisco Madariaga, y del prefecto Juan Antonio “Piraña” Azic, uno de los torturadores de la ESMA, apropiador de dos niñas y acusado en este contexto por la de Victoria Donda. También ellos llegaron a juicio acusados como autores directos de los delitos, los responsables que tuvieron en sus manos la ejecución de los crímenes. Luego será el turno de los defensores de los “autores mediatos”, los represores de mayor peso en las fuerzas represivas de la dictadura que tuvieron en manos la organización del plan de robo de niños. Entre otros, son Jorge Rafael Videla, Reynaldo Bignone, Santiago Riveros o Jorge “El Tigre” Acosta, representados en general por la defensa oficial. Todos ellos aparecen en general como responsables de la mayor cantidad de los 36 expedientes del juicio, con pedidos de prisión de 50 años.
De las dos defensas de ayer, la mejor fundada técnicamente fue la de Ruffo y es la que más hará trabajar a los fiscales. Ruffo es investigado desde 1983 y fue condenado, entre otras causas, por la apropiación de Carla Rutila Artés, a quien ella le abrió una causa paralela por abusos y fue condenado por su responsabilidad en los crímenes de Orletti. Llegó a este juicio porque Sara Méndez lo situó en el operativo de la noche del 13 de julio de 1976, cuando la secuestraron a ella y le robaron a su hijo recién nacido, apropiado por el comisario de esa zona. Ruffo es la persona que además, 26 años más tarde, aportó un dato que permitió ubicar a Simón. Su abogado Cristian Calé cuestionó puntos que eran previsibles. El recuerdo de Sara que permitió ubicar a Ruffo en el operativo, un recuerdo rememorado en 2004 a partir de la publicación de una foto en una revista donde él aparece de cuerpo entero. Cuestionó además que se lo haya acusado de participar en un operativo cuando en la causa Orletti lo condenaron por haber participado esa misma noche o esos días de otros distintos. Y cuestionó la figura de la sustracción y “ocultamiento”, entre otras razones, porque según su teoría, cuando le preguntaron por el paradero de Simón, Ruffo dijo que no tenía la información sino que salió a buscarla.
La fiscalía rebatirá estos puntos en lo que se llama etapa de “réplicas”. Podría decirse sin embargo que la defensa de Ruffo no dijo nada sobre el modo en el que opera la memoria en el cuestionamiento al recuerdo de Sara. Cómo son los mecanismos de memoria y olvido. Cuándo se recuerda y por qué. El juicio a los autores directos, esto es a quienes intervinieron con el cuerpo en los operativos, no tiene la prueba de los muchos testimonios que suelen sostener las acusaciones a los cuadros medios o jefes. Son recuerdos de una persona como en este caso, la única sobreviviente de aquel día enfrentado con quien integró el circuito represivo.
La pregunta sobre si Ruffo tenía los datos de Simón o tuvo que salir a buscarlos no altera la acusación en su contra en cuanto que tuvo durante 26 años la forma de encontrar esos datos que finalmente encontró, y no lo hizo, según creen los fiscales. En este punto hay un aspecto que tiene que ver con una de las características de estos delitos que es que no cesan hasta que dejan de cometerse. Los fiscales habían dicho durante la acusación que esa misma disposición a ir a buscar el dato, fue uno de los elementos que permite atenuar la pena pero no exime de culpas: “Veintiséis años después colaboró para que se reencontraran; esa actitud al menos lo pone en un lugar diferente con todos los otros imputados –habían dicho–. Pero también es cierto que eso lo pudo hacer cualquier día de esos 26 años y evitar un inmenso dolor, pero recién lo hizo en 2001”.
La defensa de Colombo presentó a la mujer como una víctima de la violencia doméstica, física y psicológica de Gallo, y en ese contexto aseguró que esperar que ella hubiese podido hacer algo en 1977 con ese niño es pedirle un acto de heroísmo porque implicaba poner en riesgo su vida. Colombo acompañó a Francisco a Abuelas de Plaza de Mayo, luego de una situación extrema, en la que admitió que él podía ser hijo de desaparecidos. Por eso la defensa pidió la absolución o la figura de la “necesidad disculpante o exculpante” que es causa de inimputabilidad. Para los fiscales y los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, para quienes esa conducta atenuó el pedido de penas, Colombo tenía herramientas para poder actuar de modo autónomo y no redime su grado de responsabilidad por haber sustraído, ocultado y sustituido la identidad de Francisco durante años.
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