Un bebé aislado y sin nombre
Una enfermera contó que hubo un bebé internado como NN y aislado del resto en la sala de neonatología del Instituto Privado de Pediatría. Se presume que sería el mellizo varón de Raquel Negro y por cual se juzga a seis represores.
Por Juan Cruz Varela
Desde Paraná
Cierta conmoción causó en la sala de audiencias el testimonio de una enfermera del Instituto Privado de Pediatría. No tanto por la contundencia ni por la sensación que dejó en el ambiente de que tal vez guardara para sí algún dato, sino por lo sorpresivo del testimonio. Ciertamente, nadie lo esperaba; y entonces obligó a reorientar algunas estrategias en el juicio contra seis represores por robo de bebés. "Me parece que había un niño proveniente del Hospital Militar, pero estuvo poco tiempo, tal vez un día y medio o dos; lo tenían separado, estaba aislado en otro sector de la sala de neonatología, en una incubadora de emergencia que se utilizaba para chicos en riesgo; eso me quedó grabado", dijo Imelda Princic. Fue toda una novedad lo que contó la enfermera que trabajó solo unos meses en el Instituto Privado de Pediatría (IPP). "El que le daba atención era el doctor (Miguel Alberto) Torrealday", dijo al tribunal, aludiendo a uno de los dueños de la institución y actual asesor del Ministerio de Salud de Entre Ríos, que declaró dos veces la semana pasada en este juicio. Además, un militar retirado afirmó que mujeres detenidas eran trasladadas a Paraná a tener familia y luego desaparecían y sus hijos tenían "destino desconocido".
La enfermera volvió a poner de relieve el rol que desempeñó uno de los propietarios del instituto privado al que fueron derivados los hijos mellizos de Raquel Negro y Tulio Valenzuela, nacidos durante el cautiverio de su madre en el Hospital Militar de Paraná en marzo de 1978.
La sala de neonatología del IPP estaba dividida en dos espacios, uno para incubadoras y otro para cunas, pero también tenía un codo en el que había una incubadora sin caparazón, separada del resto, cerca de la sala de enfermeras, donde se ubicaba a chicos "con alguna situación especial o de mayor gravedad", según dijo. Lo que llamó la atención a esta mujer es que "este nene estaba bien, normal", pero también el hecho de que en la tarjeta de identificación que tenían la incubadoras ésta decía NN.
El chico provenía, según dijo, del Hospital Militar, pero no recuerda que le hubieran comentado que se tratara del hijo de una "guerrillera" o "extremista", como refiriera otra enfermera, y tampoco que alguien fuera a visitarlo mientras duró su estadía en la sala de neonatología. Sin embargo, cuando preguntó al médico por qué la tarjeta decía NN, Torrealday "primero no quiso contestar y después dijo que la familia estaba viendo qué hacer con el bebé". Luego de varias repreguntas, y con ciertas dudas, terminó por manifestar que el médico le refirió que "los familiares del chico no sabían si le pondrían el apellido del padre o de la madre", aunque ella misma consideró que "fue una respuesta medio confusa con la que me quiso conformar". Y acotó: "En esa época no se podía preguntar y si alguien preguntaba, los médicos no contestaban".
Más tarde declaró un militar retirado que se desempeñaba en el predio donde funcionaban los batallones de comunicaciones e ingenieros -allí estaba el centro clandestino de detención más importante de la provincia de Entre Ríos- y también el Hospital Militar. Joe Erbetta, que hacía guardia en la barrera de ingreso, contó que cada persona que ingresaba quedaba registrada en una planilla y apuntó que "en los primeros años ingresaban muchos agentes de inteligencia, pertenecientes a lo que en esa época se llamaban grupos de tareas. Llegaban desde Rosario, Santa Fe y Paraná y, por lo general, estaban vestidos de civil". A pedido de los fiscales, se paró frente a los seis represores imputados y reconoció a Juan Daniel Amelong como uno de ellos.
Erbetta dijo además que el coronel Ulises Schort, que era jefe de distrito militar, le contó sobre la presencia de mujeres que eran trasladadas desde otros centros clandestinos de detención a dar a luz en Paraná. "Entraban mujeres embarazadas a parir en el Hospital Militar", dijo sin poder precisar cuántas ni con qué frecuencia. "Schort tenía reuniones permanentes con Trimarco y después me comentaba que estaban pasando cosas raras, que ingresaban mujeres a tener familia y que luego las mujeres desaparecían y los hijos tenían destino desconocido. Incluso en ese momento se mencionó mucho un parto de mellizos". Pero no pudo dar más datos.
El militar tiene un hermano que fue secuestrado el 16 de agosto de 1976 y permanece desaparecido. El 10 de septiembre, menos de un mes después, fue convocado a la oficina del general Juan Carlos Trimarco, entonces el jefe de la represión en Entre Ríos, quien lo amenazó apuntándole con un arma para que no busque más a su hermano; y a partir de ese momento tuvo limitados sus movimientos dentro del predio.
Ayer declaró también el periodista Carlos Del Frade, quien dio cuenta de los encuentros y entrevistas que tuvo con Eduardo Costanzo, el ex agente de inteligencia e integrante de la patota rosarina que rompió el pacto de silencio militar.
Una enfermera contó que hubo un bebé internado como NN y aislado del resto en la sala de neonatología del Instituto Privado de Pediatría. Se presume que sería el mellizo varón de Raquel Negro y por cual se juzga a seis represores.
Por Juan Cruz Varela
Desde Paraná
Cierta conmoción causó en la sala de audiencias el testimonio de una enfermera del Instituto Privado de Pediatría. No tanto por la contundencia ni por la sensación que dejó en el ambiente de que tal vez guardara para sí algún dato, sino por lo sorpresivo del testimonio. Ciertamente, nadie lo esperaba; y entonces obligó a reorientar algunas estrategias en el juicio contra seis represores por robo de bebés. "Me parece que había un niño proveniente del Hospital Militar, pero estuvo poco tiempo, tal vez un día y medio o dos; lo tenían separado, estaba aislado en otro sector de la sala de neonatología, en una incubadora de emergencia que se utilizaba para chicos en riesgo; eso me quedó grabado", dijo Imelda Princic. Fue toda una novedad lo que contó la enfermera que trabajó solo unos meses en el Instituto Privado de Pediatría (IPP). "El que le daba atención era el doctor (Miguel Alberto) Torrealday", dijo al tribunal, aludiendo a uno de los dueños de la institución y actual asesor del Ministerio de Salud de Entre Ríos, que declaró dos veces la semana pasada en este juicio. Además, un militar retirado afirmó que mujeres detenidas eran trasladadas a Paraná a tener familia y luego desaparecían y sus hijos tenían "destino desconocido".
La enfermera volvió a poner de relieve el rol que desempeñó uno de los propietarios del instituto privado al que fueron derivados los hijos mellizos de Raquel Negro y Tulio Valenzuela, nacidos durante el cautiverio de su madre en el Hospital Militar de Paraná en marzo de 1978.
La sala de neonatología del IPP estaba dividida en dos espacios, uno para incubadoras y otro para cunas, pero también tenía un codo en el que había una incubadora sin caparazón, separada del resto, cerca de la sala de enfermeras, donde se ubicaba a chicos "con alguna situación especial o de mayor gravedad", según dijo. Lo que llamó la atención a esta mujer es que "este nene estaba bien, normal", pero también el hecho de que en la tarjeta de identificación que tenían la incubadoras ésta decía NN.
El chico provenía, según dijo, del Hospital Militar, pero no recuerda que le hubieran comentado que se tratara del hijo de una "guerrillera" o "extremista", como refiriera otra enfermera, y tampoco que alguien fuera a visitarlo mientras duró su estadía en la sala de neonatología. Sin embargo, cuando preguntó al médico por qué la tarjeta decía NN, Torrealday "primero no quiso contestar y después dijo que la familia estaba viendo qué hacer con el bebé". Luego de varias repreguntas, y con ciertas dudas, terminó por manifestar que el médico le refirió que "los familiares del chico no sabían si le pondrían el apellido del padre o de la madre", aunque ella misma consideró que "fue una respuesta medio confusa con la que me quiso conformar". Y acotó: "En esa época no se podía preguntar y si alguien preguntaba, los médicos no contestaban".
Más tarde declaró un militar retirado que se desempeñaba en el predio donde funcionaban los batallones de comunicaciones e ingenieros -allí estaba el centro clandestino de detención más importante de la provincia de Entre Ríos- y también el Hospital Militar. Joe Erbetta, que hacía guardia en la barrera de ingreso, contó que cada persona que ingresaba quedaba registrada en una planilla y apuntó que "en los primeros años ingresaban muchos agentes de inteligencia, pertenecientes a lo que en esa época se llamaban grupos de tareas. Llegaban desde Rosario, Santa Fe y Paraná y, por lo general, estaban vestidos de civil". A pedido de los fiscales, se paró frente a los seis represores imputados y reconoció a Juan Daniel Amelong como uno de ellos.
Erbetta dijo además que el coronel Ulises Schort, que era jefe de distrito militar, le contó sobre la presencia de mujeres que eran trasladadas desde otros centros clandestinos de detención a dar a luz en Paraná. "Entraban mujeres embarazadas a parir en el Hospital Militar", dijo sin poder precisar cuántas ni con qué frecuencia. "Schort tenía reuniones permanentes con Trimarco y después me comentaba que estaban pasando cosas raras, que ingresaban mujeres a tener familia y que luego las mujeres desaparecían y los hijos tenían destino desconocido. Incluso en ese momento se mencionó mucho un parto de mellizos". Pero no pudo dar más datos.
El militar tiene un hermano que fue secuestrado el 16 de agosto de 1976 y permanece desaparecido. El 10 de septiembre, menos de un mes después, fue convocado a la oficina del general Juan Carlos Trimarco, entonces el jefe de la represión en Entre Ríos, quien lo amenazó apuntándole con un arma para que no busque más a su hermano; y a partir de ese momento tuvo limitados sus movimientos dentro del predio.
Ayer declaró también el periodista Carlos Del Frade, quien dio cuenta de los encuentros y entrevistas que tuvo con Eduardo Costanzo, el ex agente de inteligencia e integrante de la patota rosarina que rompió el pacto de silencio militar.
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