En La Cacha, los represores ponían a otras secuestradas a asistir a las embarazadas.
En el juicio por el plan sistemático de robo de bebés, Patricia María Perez Catán contó que ella estudiaba Medicina, la habían secuestrado en Mar del Plata, la trasladaron y la pusieron a controlar el parto de la madre de los mellizos Reggiardo Tolosa.
Por Alejandra Dandan
Patricia María Perez Catán estuvo en La Cacha en 1977. Era estudiante de Medicina y la habían secuestrado en Mar del Plata el 31 de enero de ese año. Pasó por La Cueva, el centro clandestino de la Base Aérea de su ciudad y luego llegó a ese otro campo de exterminio de las cercanías de La Plata, donde estuvo con tres embarazadas. 1977 es el año con menor cantidad de sobrevivientes entre las embarazadas de ese centro de exterminio. A Patricia la pusieron a controlar las contracciones de la madre de los mellizos Reggiardo Tolosa una hora antes del parto con el reloj de uno de los guardias. “Como no querían golpearla en la panza –explicó en la audiencia de ayer–, una vez vi cómo le dejaron las rodillas, golpeadas, terriblemente hinchadas porque le habían preservado el vientre, eso fue un tiempo antes de que empezara su trabajo de parto.”
Patricia María Perez Catán ahora es médica. Se sentó ayer en la sala de audiencias de Comodoro Py, donde se lleva adelante el juicio por el plan sistemático de robo de bebés, con un papel en la mano en el que aparecían algunos nombres, recuerdos de su declaración de 1985, en la que escribió entre otras cosas una poesía dedicada a su hermano Jorge Enrique, secuestrado con ella en enero de 1977 en Mar del Plata, de quien llegó a despedirse unos minutos en La Cueva, y quien está aún desaparecido.
Como a otros tres testigos de la jornada, el Tribunal Oral Federal 6 la convocó para declarar sobre un caso en particular: el de la Negrita María Elena Corvalán, la madre de María Natalia Suárez Nelson Corvalán, una de las nietas restituidas en 2006 por Abuelas de Plaza de Mayo que es, además, uno de los 35 expedientes ventilados durante este juicio. Su madre, María Elena, estuvo en La Cacha desde su secuestro el 8 de junio de 1977 en La Plata, durante un operativo en el que mataron a su compañero, Mario César Suárez Nelson. Ella estaba embarazada, con unos siete meses de gestación.
Patricia la vio poco. La Negrita estaba muy embarazada, explicó. “La veía en los momentos en los que la dejaban caminar por el avanzado estado de gravidez que tenía, sin embargo no hablamos mucho”, dijo porque estaban alojadas en distintos niveles del centro. Esos encuentros sucedieron en el mes de junio, poco antes de que a Patricia se la llevaran a la comisaría octava de La Plata antes de darle la libertad. Hasta entonces, sin embargo, había tenido contacto con otras dos mujeres embarazadas, nombres que no son parte del juicio, pero sobre quienes ella se detuvo a recordar algunos detalles y sobre quienes los jueces del TOF 6 y la fiscalía preguntó y pidió detalles. Una de esas mujeres era “la señora de Torrillas” (Elsa Mattía), a la que secuestraron con su pareja y que permaneció ahí sólo unos días. La otra era Machocha, o María Tolosa de Reggiardo.
Como Patricia era estudiante de Medicina, los guardias la llevaban cada tanto al camastro o el colchón de algún prisionero para hacer alguna curación. En La Cacha no había médicos, ni controles habituales, tampoco para las embarazadas, y cuando alguien estaba grave se lo llevaban a otro lado, dijo la mujer. En ese contexto, la ubicaron con Machocha. Después de varios encuentros, incluso de aquel en el que Patricia se había encontrado con sus rodillas deformadas, como recordó ayer volviendo a llorar, un guardia la puso a su lado cuando empezaron las contracciones. “El guardia me dio el reloj –dijo ella– y me dijo: ‘Quedate acá al lado y controlale las contracciones’. Y bueno, yo le controlaba la frecuencia de las contracciones hasta que en un momento dado se acercó el guardia para preguntarme:
–¿Cuánto puede tardar en parir?
–No sé, no tengo idea: pero hay que atenderla urgente...
Y bueno, a la hora se la llevaron. Con ella estuve hasta que se la llevaron.” El fiscal Martín Niklison le preguntó a Patricia si volvió a ver a Machocha después de esa vez, ella dijo que nunca. Sólo recordó al mismo guardia que entró corriendo después de un tiempo para decir que Machocha había tenido mellizos.
La Cacha es sólo uno de los centros clandestinos que se revisan en el marco del Juicio por el Plan Sistemático, sin embargo es el lugar que más ocupó las últimas audiencias. De los 35 expedientes, dos pertenecen a embarazadas secuestradas en ese lugar. Uno es La Negrita Corvalán y el otro Laura Carlotto, la hija de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo que estuvo secuestrada más tarde y de cuyo caso se habló en las primeras audiencias. Pese a que esas son el universo de mujeres investigadas, la fiscalía y el TOF presidido por María del Carmen Roqueta parecen aprovechar el paso de los testigos para recoger los datos que aparecen entre ellos. A Patricia María Pérez Catán le preguntaron detalles sobre las otras dos mujeres embarazadas que mencionó, y lo mismo sucedió con los otros dos testigos.
Uno de ellos fue Raúl Guillermo Elizalde, secuestrado en La Plata el 17 de mayo de 1977 y prisionero de La Cacha. Elizalde declaró poco después de Patricia. Explicó que escuchó en el equipo de radio el momento en el que se hacía el operativo de secuestro de la Negrita Corvalán. “¿Quiere decir que usted escuchó ese operativo?”, preguntó Niklison sorprendido. Y Elizalde explicó que la Negrita Corvalán era la persona que ubicaron al lado de él, engrillada, poco después del operativo. “Yo estaba con una bolsa de yerba de arpillera en los ojos porque había tanta gente que me pusieron eso”, dijo él. Mientras tanto, permaneció con ella hasta el momento del parto, durante el cual ella se despidió de sus compañeros dejándoles una carta.
Cuando llegó a La Cacha, la Negrita no sabía qué había pasado con su compañero. Así lo dijo Héctor Quintero poco más tarde. Quintero también estuvo en La Cacha: “A ella la trajeron mientras yo estaba en la planta alta”, explicó. “La pusieron al lado mío, esa fue la primera oportunidad que tuve contacto con ella y estaba embarazada, en realidad con un estado bastante avanzado, cosa que pude comprobar porque estaba cerca.” En ese momento, “recién había ocurrido el operativo o algo así y se le acercó un guardia y le relató que su pareja había sido abatido en ese operativo, que había habido un fuerte combate... Obviamente, ella estaba muy mal y preocupada por su estado y su situación, y me pareció en su momento que eso era una versión deleznable, que en esas circunstancias una referencia de esas características... pero bueno –dijo después–, ahí los límites no existían”.
De acuerdo con los datos de Abuelas, La Negrita tuvo a una bebé en uno de los pabellones del penal de Olmos que funcionaba como maternidad clandestina. En diciembre del año pasado, la Justicia de La Plata condenó a sus apropiadores a diez años de prisión. Ellos son el capitán de la Marina Juan Carlos Herzberg, que actuó como entregador, y Omar Alonso, un comerciante de La Plata que fue quien se la quedó.
Por Alejandra Dandan
Patricia María Perez Catán estuvo en La Cacha en 1977. Era estudiante de Medicina y la habían secuestrado en Mar del Plata el 31 de enero de ese año. Pasó por La Cueva, el centro clandestino de la Base Aérea de su ciudad y luego llegó a ese otro campo de exterminio de las cercanías de La Plata, donde estuvo con tres embarazadas. 1977 es el año con menor cantidad de sobrevivientes entre las embarazadas de ese centro de exterminio. A Patricia la pusieron a controlar las contracciones de la madre de los mellizos Reggiardo Tolosa una hora antes del parto con el reloj de uno de los guardias. “Como no querían golpearla en la panza –explicó en la audiencia de ayer–, una vez vi cómo le dejaron las rodillas, golpeadas, terriblemente hinchadas porque le habían preservado el vientre, eso fue un tiempo antes de que empezara su trabajo de parto.”
Patricia María Perez Catán ahora es médica. Se sentó ayer en la sala de audiencias de Comodoro Py, donde se lleva adelante el juicio por el plan sistemático de robo de bebés, con un papel en la mano en el que aparecían algunos nombres, recuerdos de su declaración de 1985, en la que escribió entre otras cosas una poesía dedicada a su hermano Jorge Enrique, secuestrado con ella en enero de 1977 en Mar del Plata, de quien llegó a despedirse unos minutos en La Cueva, y quien está aún desaparecido.
Como a otros tres testigos de la jornada, el Tribunal Oral Federal 6 la convocó para declarar sobre un caso en particular: el de la Negrita María Elena Corvalán, la madre de María Natalia Suárez Nelson Corvalán, una de las nietas restituidas en 2006 por Abuelas de Plaza de Mayo que es, además, uno de los 35 expedientes ventilados durante este juicio. Su madre, María Elena, estuvo en La Cacha desde su secuestro el 8 de junio de 1977 en La Plata, durante un operativo en el que mataron a su compañero, Mario César Suárez Nelson. Ella estaba embarazada, con unos siete meses de gestación.
Patricia la vio poco. La Negrita estaba muy embarazada, explicó. “La veía en los momentos en los que la dejaban caminar por el avanzado estado de gravidez que tenía, sin embargo no hablamos mucho”, dijo porque estaban alojadas en distintos niveles del centro. Esos encuentros sucedieron en el mes de junio, poco antes de que a Patricia se la llevaran a la comisaría octava de La Plata antes de darle la libertad. Hasta entonces, sin embargo, había tenido contacto con otras dos mujeres embarazadas, nombres que no son parte del juicio, pero sobre quienes ella se detuvo a recordar algunos detalles y sobre quienes los jueces del TOF 6 y la fiscalía preguntó y pidió detalles. Una de esas mujeres era “la señora de Torrillas” (Elsa Mattía), a la que secuestraron con su pareja y que permaneció ahí sólo unos días. La otra era Machocha, o María Tolosa de Reggiardo.
Como Patricia era estudiante de Medicina, los guardias la llevaban cada tanto al camastro o el colchón de algún prisionero para hacer alguna curación. En La Cacha no había médicos, ni controles habituales, tampoco para las embarazadas, y cuando alguien estaba grave se lo llevaban a otro lado, dijo la mujer. En ese contexto, la ubicaron con Machocha. Después de varios encuentros, incluso de aquel en el que Patricia se había encontrado con sus rodillas deformadas, como recordó ayer volviendo a llorar, un guardia la puso a su lado cuando empezaron las contracciones. “El guardia me dio el reloj –dijo ella– y me dijo: ‘Quedate acá al lado y controlale las contracciones’. Y bueno, yo le controlaba la frecuencia de las contracciones hasta que en un momento dado se acercó el guardia para preguntarme:
–¿Cuánto puede tardar en parir?
–No sé, no tengo idea: pero hay que atenderla urgente...
Y bueno, a la hora se la llevaron. Con ella estuve hasta que se la llevaron.” El fiscal Martín Niklison le preguntó a Patricia si volvió a ver a Machocha después de esa vez, ella dijo que nunca. Sólo recordó al mismo guardia que entró corriendo después de un tiempo para decir que Machocha había tenido mellizos.
La Cacha es sólo uno de los centros clandestinos que se revisan en el marco del Juicio por el Plan Sistemático, sin embargo es el lugar que más ocupó las últimas audiencias. De los 35 expedientes, dos pertenecen a embarazadas secuestradas en ese lugar. Uno es La Negrita Corvalán y el otro Laura Carlotto, la hija de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo que estuvo secuestrada más tarde y de cuyo caso se habló en las primeras audiencias. Pese a que esas son el universo de mujeres investigadas, la fiscalía y el TOF presidido por María del Carmen Roqueta parecen aprovechar el paso de los testigos para recoger los datos que aparecen entre ellos. A Patricia María Pérez Catán le preguntaron detalles sobre las otras dos mujeres embarazadas que mencionó, y lo mismo sucedió con los otros dos testigos.
Uno de ellos fue Raúl Guillermo Elizalde, secuestrado en La Plata el 17 de mayo de 1977 y prisionero de La Cacha. Elizalde declaró poco después de Patricia. Explicó que escuchó en el equipo de radio el momento en el que se hacía el operativo de secuestro de la Negrita Corvalán. “¿Quiere decir que usted escuchó ese operativo?”, preguntó Niklison sorprendido. Y Elizalde explicó que la Negrita Corvalán era la persona que ubicaron al lado de él, engrillada, poco después del operativo. “Yo estaba con una bolsa de yerba de arpillera en los ojos porque había tanta gente que me pusieron eso”, dijo él. Mientras tanto, permaneció con ella hasta el momento del parto, durante el cual ella se despidió de sus compañeros dejándoles una carta.
Cuando llegó a La Cacha, la Negrita no sabía qué había pasado con su compañero. Así lo dijo Héctor Quintero poco más tarde. Quintero también estuvo en La Cacha: “A ella la trajeron mientras yo estaba en la planta alta”, explicó. “La pusieron al lado mío, esa fue la primera oportunidad que tuve contacto con ella y estaba embarazada, en realidad con un estado bastante avanzado, cosa que pude comprobar porque estaba cerca.” En ese momento, “recién había ocurrido el operativo o algo así y se le acercó un guardia y le relató que su pareja había sido abatido en ese operativo, que había habido un fuerte combate... Obviamente, ella estaba muy mal y preocupada por su estado y su situación, y me pareció en su momento que eso era una versión deleznable, que en esas circunstancias una referencia de esas características... pero bueno –dijo después–, ahí los límites no existían”.
De acuerdo con los datos de Abuelas, La Negrita tuvo a una bebé en uno de los pabellones del penal de Olmos que funcionaba como maternidad clandestina. En diciembre del año pasado, la Justicia de La Plata condenó a sus apropiadores a diez años de prisión. Ellos son el capitán de la Marina Juan Carlos Herzberg, que actuó como entregador, y Omar Alonso, un comerciante de La Plata que fue quien se la quedó.
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