Por Alejandra Dandan
La causa por el plan sistemático del robo de bebés volvió a situarse en la comisaría 5ª de La Plata. Uno de los sobrevivientes del centro clandestino habló ayer del embarazo de Inés Ortega, del nacimiento de su hijo y de las otras parturientas que estaban en el lugar: “Cuando se llevaron a Inés se escuchaban los gritos y de repente sentimos una alegría un poco rara –dijo Hugo Pablo Marini–, porque se escucharon los llantos, había mucho alboroto, felicitaciones, llantos y bronca, todas emociones encontradas”.
Hasta antes de sentarse ante el Tribunal Oral Federal 6 que ayer lo escuchó hablar, Marini no sabía qué había sucedido con ese niño. Sabía que el bebé había vuelto con su madre a la celda enseguida, que estuvo con ella durante unos días y que luego se lo habían robado. Minutos después, ya en el pasillo, supo que ese chico recuperó su identidad, se llama Leonardo Fosatti, trabaja con las Abuelas de Plaza de Mayo y declaró la semana pasada.
Marini era vicepresidente del centro universitario de Chacabuco, militaba en la Juventud Peronista Universitaria y se había afiliado al Partido Auténtico. Lo secuestraron el 11 de enero de 1977. Primero lo llevaron a la Brigada de San Nicolás, luego al Pozo de Arana y finalmente a la comisaría 5ª de La Plata, donde permaneció hasta el 30 de marzo.
“Estuve esposado, con las manos atadas a las espaldas la mayor parte del tiempo, tabicado, pero no considero que se me hayan cometido actos de tortura a sabiendas de lo que sufrieron los demás compañeros. No considero que mis dichos puedan ser relevantes, pero sí me golpearon, estuvimos días sin comer, me dieron toques de picana, simulacros de tiros”, dijo.
Marini explicó que cuando llegó a la comisaría 5ª había unas cuatro o cinco embarazadas. “Las chicas eran llevadas al baño para bañarse cada dos o tres días, las traían de a tres o de a cuatro, una se quedaba en el patio, otra se bañaba y la otra, que podía ser la esposa de algún compañero, se quedaba charlando con nosotros.”
Entre las embarazadas estaba Adriana Calvo, que murió el año pasado, pero durante su cautiverio ayudó a Inés Ortega con el trabajo de parto. Marini nombró además a Inés y a Elena de la Cuadra.
“Inés había entrado en trabajo de parto y me acuerdo que pedían por favor que el cabo de guardia la fuera a atender. Las chicas gritaban, todo era un infierno hasta que se la llevaron. Sacaron a Inés y a alguien que la acompañaba, mientras tanto le gritaban y le decían de todo. Pasaron unas horas y volvieron con el bebé, después supe que el nacimiento fue en la misma comisaría.” Inés tuvo a su hijo en la cocina. Cuando la devolvieron, la llevaron a bañarse y en ese momento logró hablar por la mirilla con su marido, que también estaba secuestrado”, dijo Marini. Los padres de Leandro estuvieron unos días más en el lugar. Ambos están desaparecidos.
Cuando Marini recuperó la libertad, el 30 de marzo, Inés todavía estaba ahí. A él lo llevaron a hablar con una persona que parecía el jefe. “Era alguien muy, muy importante. Se notaba por el rigor que tenían todos los demás, era una persona muy rígida, un hombre muy puntilloso, no se oía una voz que no fuera la de él mientras hablaba; por debajo de la venda se le veían los zapatos lustrados, el pantalón a rayitas muy definidas, tenía un lenguaje muy propio, hablaba con mucha precisión.”
Un día y medio después de esa reunión, a Marini lo sacaron en un auto y lo dejaron en la Circunvalación de La Plata, a unas cinco cuadras de la comisaría 5ª. En ese momento escuchó lo de siempre, que el silencio es salud, que no dijera nada.
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