Vos podés ser quién buscamos
Los padres de Matías Ayastuy están desaparecidos desde 1977. Tras tener la certeza de que su madre estaba embarazada cuando fue secuestrada, el joven decidió iniciar una campaña en las redes sociales destinada a quienes tienen dudas sobre tu identidad.
Por Sonia Tessa
Desde hace dos meses, las caras para siempre jóvenes de los militantes desaparecidos Marta Bugnone y Jorge Ayastuy se multiplican en las redes sociales. Son fotos que su hijo, Matías Ayastuy, guardó como un tesoro, y en las que ahora confía para que lo ayuden a encontrar a su hermano. "Si cumplís 35 años entre marzo y agosto de 2013. Si fuiste adoptado en 1978. Si tenés dudas sobre tu identidad. Vos podés ser quién buscamos", dice el texto de la campaña lanzada como una botella al mar por Matías y Abuelas de Plaza de Mayo. ¿Cómo será tener la firme sospecha de que existe un hermano tuyo en algún lugar del mundo? Que ese hermano ni siquiera sabe que sus padres estaban secuestrados cuando nació. Pudo haber nacido entre marzo y agosto de 1978, en el centro clandestino de detención El Banco, sobre la autopista Ricchieri, en Buenos Aires. El año pasado, Matías recibió datos del avanzado embarazo de su madre, y decidió buscar. Cualquiera que tenga algún dato, que reconozca una mirada, un gesto en las fotos, puede comunicarse a Abuelas en Buenos Aires, al 011 43840983 o a la filial Rosario, en el número 4484421 o 4476776. Lo esperan un hermano y dos sobrinos: Jeremías, de tres años y Amanda, de uno. "Me sacudió muchísimo porque lo vi como una posibilidad real, todo eso que uno conoce tantas historias, que las vio por la tele, por los medios, pero la cuestión de los hijos apropiados me era bastante ajena. Yo milité en Hijos, donde había una comisión de Hermanos, pero para mí la apuesta pasaba por otro lado, por los juicios y también por reivindicar la lucha de nuestros padres. Con esto se me fueron todos los esquemas...", dice Matías sobre lo que está viviendo.
El 6 de diciembre de 1977 se produjo el Operativo Escoba, por el que la fuerzas represivas secuestraron en una sola noche más de 100 militantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). Marta y Jorge eran cuadros de ese partido. Vivían en el barrio porteño de Caballito. Matías tenía entonces nueve meses y estaba enfermo con un principio de tuberculosis. Los padres atinaron a dejárselo a unos vecinos. Al día siguiente, los represores volvieron a buscar al bebé, pero una pulserita con el nombre lo salvó del anonimato. Los abuelos maternos viajaron de inmediato desde Gualeguaychú para recuperarlo. Recorrieron instituciones durante días, en busca del nieto. Del 6 al 23 de diciembre, Matías estuvo secuestrado, cree que su frágil salud lo salvó de la apropiación. En la Casa del Menor y la Familia, la oportuna y providencial intervención de una enfermera permitió que los abuelos lo encontraran. Para ellos, Elvira y Enrique, se trató de un milagro.
Matías creció en Entre Ríos, la provincia de su familia materna. Lo adoptaron la hermana de su mamá, Estela, y el marido, Guillermo Almeida. A ellos les dijo siempre papá y mamá. Pero también supo siempre qué había pasado con sus padres. Vivió su infancia y adolescencia en Gualeguay. Cuando terminó la secundaria, llegó a Rosario para estudiar Comunicación Social. Estuvo en Hijos desde los orígenes, y allí militó durante años. Formó parte del colectivo que fundó el periódico El Eslabón. En 2007, una amiga íntima de su mamá le contó que Marta tenía un embarazo incipiente al momento de su desaparición. Matías y sus familiares hicieron la extracción de sangre para cotejar en el Banco Nacional de Datos Genéticos. El resultado fue negativo. Para Matías, hasta entonces, era muy improbable que su hermano hubiera nacido. Siguió con su militancia, y la búsqueda de justicia: fue querellante del juicio por el circuito represivo ABO, que el 21 de diciembre de 2010 terminó con condenas para 16 represores.
Su bisagra fue el año pasado: una compañera de militancia de su madre le contó que el embarazo era más avanzado, por lo menos de cuatro o cinco meses, podrían ser seis. Lo ocultaban por una decisión militante. Ahí comenzó la vorágine de una búsqueda que es personal, pero está imbricada con la historia colectiva. Para él, no se trata sólo de encontrar a su hermano, sino también de aportar en el hallazgo de los 400 niños nacidos en cautiverio, hoy adultos todavía apropiados.
La campaña se lanzó el 6 de diciembre y se viralizó en las redes sociales. Matías espera que llegue a los lugares más impensados. "Como producto de la campaña, apareció otra mujer que me contó que a ella la iba a visitar una persona, que no recuerda su nombre de guerra, que es la que está en la foto, y que sí, estaba embarazada", cuenta Matías, y también subraya que los cálculos indican que el bebé pudo haber nacido. "Ya se le notaba el embarazo cuando la secuestraron, ella era muy flaca", aporta. Hasta ahora, no pudo encontrar a ningún compañero de cautiverio de sus padres que sepa si Marta llegó a dar a luz.
Marta Bugnone nació el 22 de abril de 1949 en Gualeguaychú. Jorge Ayastuy, el 23 de junio de 1950 en Vedia, provincia de Buenos Aires. A fines de los 60, se conocieron en un encuentro de amigos, en la ciudad entrerriana. Enseguida se enamoraron. Marta ya estudiaba filosofía en Concepción del Uruguay. Jorge era estudiante de Química. Se mudaron a Rosario. Ya graduada en Filosofía, Marta comenzó a estudiar Psicología. En 1974 se casaron en Gualeguaychú. El padre Edgardo Montaldo viajó para oficiar la boda. Eran militantes cristianos, al punto que sus apodos en el Partido, luego, fueron Cristiano y Cristiana. Tocaban la guitarra y cantaban, como muestran algunas fotos. Trabajaron durante años en la comunidad eclesial del barrio Ludueña. Construyeron una casa en el barrio San Francisquito. Vivían allí cuando ingresaron al PCML. A fines de 1975, una bomba de la Alianza Anticomunista Argentina (la triple A) los obligó a irse de la ciudad. Marta seguía en la parte estudiantil del Partido, y Jorge en inteligencia. La tarea de un infiltrado provocó que el partido fuera diezmado, en una sola noche, la del 6 de diciembre de 1977. A Marta y Jorge, primero, los llevaron al centro clandestino El Atlético, que fue desmantelado en enero de 1978. Desde entonces, hasta por lo menos abril, estuvieron en El Banco. Cristiano y Cristiana también cantaban en ese lugar, y por eso los recuerdan algunos compañeros de cautiverio. La historia de los militantes está contada con lujo de detalles en el libro Marta y Jorge, un amor revolucionario, de Carlos del Frade.
Matías espera que su botella lanzada al mar encuentre algún destinatario. Valora el "impresionante" trabajo de la filial Rosario de Abuelas, "pese a que no siempre cuentan con todos los recursos". Y espera mucho de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad. Para Matías, es fundamental saber si su hermano nació o no, no puede seguir viviendo con esa incertidumbre. "Tengo expectativa de que la Conadi haga un esfuerzo más en la investigación. Es valioso lo que han hecho hasta ahora, pero se puede reforzar", dice confiado en saber qué pasó, y también en encontrar alguna vez a ese hermano que nunca pudo abrazar.
Los padres de Matías Ayastuy están desaparecidos desde 1977. Tras tener la certeza de que su madre estaba embarazada cuando fue secuestrada, el joven decidió iniciar una campaña en las redes sociales destinada a quienes tienen dudas sobre tu identidad.
Por Sonia Tessa
Desde hace dos meses, las caras para siempre jóvenes de los militantes desaparecidos Marta Bugnone y Jorge Ayastuy se multiplican en las redes sociales. Son fotos que su hijo, Matías Ayastuy, guardó como un tesoro, y en las que ahora confía para que lo ayuden a encontrar a su hermano. "Si cumplís 35 años entre marzo y agosto de 2013. Si fuiste adoptado en 1978. Si tenés dudas sobre tu identidad. Vos podés ser quién buscamos", dice el texto de la campaña lanzada como una botella al mar por Matías y Abuelas de Plaza de Mayo. ¿Cómo será tener la firme sospecha de que existe un hermano tuyo en algún lugar del mundo? Que ese hermano ni siquiera sabe que sus padres estaban secuestrados cuando nació. Pudo haber nacido entre marzo y agosto de 1978, en el centro clandestino de detención El Banco, sobre la autopista Ricchieri, en Buenos Aires. El año pasado, Matías recibió datos del avanzado embarazo de su madre, y decidió buscar. Cualquiera que tenga algún dato, que reconozca una mirada, un gesto en las fotos, puede comunicarse a Abuelas en Buenos Aires, al 011 43840983 o a la filial Rosario, en el número 4484421 o 4476776. Lo esperan un hermano y dos sobrinos: Jeremías, de tres años y Amanda, de uno. "Me sacudió muchísimo porque lo vi como una posibilidad real, todo eso que uno conoce tantas historias, que las vio por la tele, por los medios, pero la cuestión de los hijos apropiados me era bastante ajena. Yo milité en Hijos, donde había una comisión de Hermanos, pero para mí la apuesta pasaba por otro lado, por los juicios y también por reivindicar la lucha de nuestros padres. Con esto se me fueron todos los esquemas...", dice Matías sobre lo que está viviendo.
El 6 de diciembre de 1977 se produjo el Operativo Escoba, por el que la fuerzas represivas secuestraron en una sola noche más de 100 militantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). Marta y Jorge eran cuadros de ese partido. Vivían en el barrio porteño de Caballito. Matías tenía entonces nueve meses y estaba enfermo con un principio de tuberculosis. Los padres atinaron a dejárselo a unos vecinos. Al día siguiente, los represores volvieron a buscar al bebé, pero una pulserita con el nombre lo salvó del anonimato. Los abuelos maternos viajaron de inmediato desde Gualeguaychú para recuperarlo. Recorrieron instituciones durante días, en busca del nieto. Del 6 al 23 de diciembre, Matías estuvo secuestrado, cree que su frágil salud lo salvó de la apropiación. En la Casa del Menor y la Familia, la oportuna y providencial intervención de una enfermera permitió que los abuelos lo encontraran. Para ellos, Elvira y Enrique, se trató de un milagro.
Matías creció en Entre Ríos, la provincia de su familia materna. Lo adoptaron la hermana de su mamá, Estela, y el marido, Guillermo Almeida. A ellos les dijo siempre papá y mamá. Pero también supo siempre qué había pasado con sus padres. Vivió su infancia y adolescencia en Gualeguay. Cuando terminó la secundaria, llegó a Rosario para estudiar Comunicación Social. Estuvo en Hijos desde los orígenes, y allí militó durante años. Formó parte del colectivo que fundó el periódico El Eslabón. En 2007, una amiga íntima de su mamá le contó que Marta tenía un embarazo incipiente al momento de su desaparición. Matías y sus familiares hicieron la extracción de sangre para cotejar en el Banco Nacional de Datos Genéticos. El resultado fue negativo. Para Matías, hasta entonces, era muy improbable que su hermano hubiera nacido. Siguió con su militancia, y la búsqueda de justicia: fue querellante del juicio por el circuito represivo ABO, que el 21 de diciembre de 2010 terminó con condenas para 16 represores.
Su bisagra fue el año pasado: una compañera de militancia de su madre le contó que el embarazo era más avanzado, por lo menos de cuatro o cinco meses, podrían ser seis. Lo ocultaban por una decisión militante. Ahí comenzó la vorágine de una búsqueda que es personal, pero está imbricada con la historia colectiva. Para él, no se trata sólo de encontrar a su hermano, sino también de aportar en el hallazgo de los 400 niños nacidos en cautiverio, hoy adultos todavía apropiados.
La campaña se lanzó el 6 de diciembre y se viralizó en las redes sociales. Matías espera que llegue a los lugares más impensados. "Como producto de la campaña, apareció otra mujer que me contó que a ella la iba a visitar una persona, que no recuerda su nombre de guerra, que es la que está en la foto, y que sí, estaba embarazada", cuenta Matías, y también subraya que los cálculos indican que el bebé pudo haber nacido. "Ya se le notaba el embarazo cuando la secuestraron, ella era muy flaca", aporta. Hasta ahora, no pudo encontrar a ningún compañero de cautiverio de sus padres que sepa si Marta llegó a dar a luz.
Marta Bugnone nació el 22 de abril de 1949 en Gualeguaychú. Jorge Ayastuy, el 23 de junio de 1950 en Vedia, provincia de Buenos Aires. A fines de los 60, se conocieron en un encuentro de amigos, en la ciudad entrerriana. Enseguida se enamoraron. Marta ya estudiaba filosofía en Concepción del Uruguay. Jorge era estudiante de Química. Se mudaron a Rosario. Ya graduada en Filosofía, Marta comenzó a estudiar Psicología. En 1974 se casaron en Gualeguaychú. El padre Edgardo Montaldo viajó para oficiar la boda. Eran militantes cristianos, al punto que sus apodos en el Partido, luego, fueron Cristiano y Cristiana. Tocaban la guitarra y cantaban, como muestran algunas fotos. Trabajaron durante años en la comunidad eclesial del barrio Ludueña. Construyeron una casa en el barrio San Francisquito. Vivían allí cuando ingresaron al PCML. A fines de 1975, una bomba de la Alianza Anticomunista Argentina (la triple A) los obligó a irse de la ciudad. Marta seguía en la parte estudiantil del Partido, y Jorge en inteligencia. La tarea de un infiltrado provocó que el partido fuera diezmado, en una sola noche, la del 6 de diciembre de 1977. A Marta y Jorge, primero, los llevaron al centro clandestino El Atlético, que fue desmantelado en enero de 1978. Desde entonces, hasta por lo menos abril, estuvieron en El Banco. Cristiano y Cristiana también cantaban en ese lugar, y por eso los recuerdan algunos compañeros de cautiverio. La historia de los militantes está contada con lujo de detalles en el libro Marta y Jorge, un amor revolucionario, de Carlos del Frade.
Matías espera que su botella lanzada al mar encuentre algún destinatario. Valora el "impresionante" trabajo de la filial Rosario de Abuelas, "pese a que no siempre cuentan con todos los recursos". Y espera mucho de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad. Para Matías, es fundamental saber si su hermano nació o no, no puede seguir viviendo con esa incertidumbre. "Tengo expectativa de que la Conadi haga un esfuerzo más en la investigación. Es valioso lo que han hecho hasta ahora, pero se puede reforzar", dice confiado en saber qué pasó, y también en encontrar alguna vez a ese hermano que nunca pudo abrazar.
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