El momento de hacer justicia
Los acusados son Cristina Mariñelarena y Jorge Ernesto Bacca, quienes se apropiaron del niño nacido en cautiverio en la ESMA. En el banquillo está también Inés Lugones, ex esposa de un represor a quien se señala como la entregadora. Los tres se negaron a declarar.
Los apropiadores de un niño nacido en cautiverio en la ESMA y la mujer sindicada como entregadora, por entonces esposa del militar que oficiaba de enlace entre el centro clandestino de la Armada y los del Primer Cuerpo de Ejército, se negaron a declarar ayer ante el tribunal que los juzga. La lectura de las indagatorias en la etapa de instrucción, durante las cuales los imputados se acusaron unos a otros, dejaron en claro que todos tenían conocimiento sobre el origen del bebé, que recuperó su identidad en 2008. El proceso continuará el viernes próximo, cuando declaren la víctima, que es un hombre de 34 años, y su abuela materna, Jorgelina “Coqui” Azzarri de Pereyra, una de las referentes de Abuelas de Plaza de Mayo en La Plata.
Eduardo Cagnola y Liliana Pereyra fueron secuestrados el 5 de octubre de 1977 en una pensión en Mar del Plata. Liliana estaba embarazada de cinco meses. Ambos estuvieron en cautiverio en la base de buzos tácticos de la Armada, en Mar del Plata, hasta que Liliana fue trasladada a la maternidad clandestina que funcionó en la ESMA. Estuvo en cautiverio en la llamada “pieza de las embarazadas” y en febrero de 1978 dio a luz a su hijo, a quien llamó Federico. Le sacaron la criatura y la devolvieran a Mar del Plata, donde la mataron el 15 de julio. En 1985 el Equipo Argentino de Antropología Forense exhumó su cuerpo de una tumba NN y la identificó.
Mientras las familias Pereyra y Cagnola buscaban a los suyos, Abuelas recibió denuncias sobre el matrimonio formado por Cristina Mariñelarena y Jorge Ernesto Ba-cca como posibles apropiadores. A partir de averiguaciones de Abuelas y de la Comisión Hermanos de la agrupación H.I.J.O.S. lograron dar con el paradero de Federico. El Banco Nacional de Datos Genéticos comprobó “con una probabilidad de parentalidad del 99,92 por ciento” que es el hijo de Cagnola y Pereyra.
Citados a indagatoria por el juez Julián Ercolini, los apropiadores declararon que al niño se los había entregado Inés Graciela Lugones, que en 1978 era la esposa del teniente coronel Antonio Guillermo Minicucci, oficial que actuaba de enlace entre la ESMA y centros clandestinos del Ejército como El Banco y El Olimpo. El represor, igual que su primo, el teniente coronel Federico Antonio Minicu-cci, ex jefe del centro clandestino Vesubio, ya había fallecido.
Mariñelarena confesó que “sabiendo de mis ganas de formar una familia más amplia, (Lugones) me llamó y me dijo que ella tenía un bebé para adopción y me preguntó si yo lo quería”. Se lo ofertó a condición de que no preguntara nada sobre el origen, agregó. Tras la aceptación, la mujer del represor los citó a su departamento, en la avenida Luis María Campos. “Cuando llegué con mi marido, mi amiga me hace pasar y en su dormitorio había un moisés con un bebé que era Hilario”, el nombre con el que lo rebautizaron. “Por cortesía tuvimos que esperar a que llegara el marido”, es decir Minicu-cci, y en ese momento “sólo se habló de la alegría de recibirlo”, declaró como imputada, sin obligación de decir la verdad.
Bacca, el apropiador, dijo haber aceptado el ofrecimiento porque hacía tiempo que querían tener otro hijo y no podían. “Además, adoptar es un buen gesto”, agregó. Ambos coincidieron en señalar que apenas conocían a Minicucci, quien murió en 1987. Agregaron que ya en democracia supieron del prontuario del entregador y sospecharon que el niño podía ser hijo de desaparecidos, pero como era “una democracia endeble” no se animaron a hacer la denuncia y lo siguieron criando como propio. La viuda de Minicucci, a su turno, negó los hechos que se le imputan y el relato de sus viejos amigos. “Es una injuria”, dijo. Declaró que la pareja le avisó que había adoptado un niño, pero negó su participación en la entrega. Finalmente, Ercolini los procesó sin prisión preventiva y elevó la causa.
Ayer fue la audiencia inicial del juicio oral y público, a cargo del Tribunal Oral Federal Nº 4. Tras la lectura de la elevación, los tres acusados optaron por guardar silencio, por lo cual se leyeron sus declaraciones en primera instancia. Las partes no plantearon ninguna cuestión preliminar y el tribunal pasó a un cuarto intermedio hasta la próxima semana, cuando declaren Federico y su abuela materna.
Los acusados son Cristina Mariñelarena y Jorge Ernesto Bacca, quienes se apropiaron del niño nacido en cautiverio en la ESMA. En el banquillo está también Inés Lugones, ex esposa de un represor a quien se señala como la entregadora. Los tres se negaron a declarar.
Los apropiadores de un niño nacido en cautiverio en la ESMA y la mujer sindicada como entregadora, por entonces esposa del militar que oficiaba de enlace entre el centro clandestino de la Armada y los del Primer Cuerpo de Ejército, se negaron a declarar ayer ante el tribunal que los juzga. La lectura de las indagatorias en la etapa de instrucción, durante las cuales los imputados se acusaron unos a otros, dejaron en claro que todos tenían conocimiento sobre el origen del bebé, que recuperó su identidad en 2008. El proceso continuará el viernes próximo, cuando declaren la víctima, que es un hombre de 34 años, y su abuela materna, Jorgelina “Coqui” Azzarri de Pereyra, una de las referentes de Abuelas de Plaza de Mayo en La Plata.
Eduardo Cagnola y Liliana Pereyra fueron secuestrados el 5 de octubre de 1977 en una pensión en Mar del Plata. Liliana estaba embarazada de cinco meses. Ambos estuvieron en cautiverio en la base de buzos tácticos de la Armada, en Mar del Plata, hasta que Liliana fue trasladada a la maternidad clandestina que funcionó en la ESMA. Estuvo en cautiverio en la llamada “pieza de las embarazadas” y en febrero de 1978 dio a luz a su hijo, a quien llamó Federico. Le sacaron la criatura y la devolvieran a Mar del Plata, donde la mataron el 15 de julio. En 1985 el Equipo Argentino de Antropología Forense exhumó su cuerpo de una tumba NN y la identificó.
Mientras las familias Pereyra y Cagnola buscaban a los suyos, Abuelas recibió denuncias sobre el matrimonio formado por Cristina Mariñelarena y Jorge Ernesto Ba-cca como posibles apropiadores. A partir de averiguaciones de Abuelas y de la Comisión Hermanos de la agrupación H.I.J.O.S. lograron dar con el paradero de Federico. El Banco Nacional de Datos Genéticos comprobó “con una probabilidad de parentalidad del 99,92 por ciento” que es el hijo de Cagnola y Pereyra.
Citados a indagatoria por el juez Julián Ercolini, los apropiadores declararon que al niño se los había entregado Inés Graciela Lugones, que en 1978 era la esposa del teniente coronel Antonio Guillermo Minicucci, oficial que actuaba de enlace entre la ESMA y centros clandestinos del Ejército como El Banco y El Olimpo. El represor, igual que su primo, el teniente coronel Federico Antonio Minicu-cci, ex jefe del centro clandestino Vesubio, ya había fallecido.
Mariñelarena confesó que “sabiendo de mis ganas de formar una familia más amplia, (Lugones) me llamó y me dijo que ella tenía un bebé para adopción y me preguntó si yo lo quería”. Se lo ofertó a condición de que no preguntara nada sobre el origen, agregó. Tras la aceptación, la mujer del represor los citó a su departamento, en la avenida Luis María Campos. “Cuando llegué con mi marido, mi amiga me hace pasar y en su dormitorio había un moisés con un bebé que era Hilario”, el nombre con el que lo rebautizaron. “Por cortesía tuvimos que esperar a que llegara el marido”, es decir Minicu-cci, y en ese momento “sólo se habló de la alegría de recibirlo”, declaró como imputada, sin obligación de decir la verdad.
Bacca, el apropiador, dijo haber aceptado el ofrecimiento porque hacía tiempo que querían tener otro hijo y no podían. “Además, adoptar es un buen gesto”, agregó. Ambos coincidieron en señalar que apenas conocían a Minicucci, quien murió en 1987. Agregaron que ya en democracia supieron del prontuario del entregador y sospecharon que el niño podía ser hijo de desaparecidos, pero como era “una democracia endeble” no se animaron a hacer la denuncia y lo siguieron criando como propio. La viuda de Minicucci, a su turno, negó los hechos que se le imputan y el relato de sus viejos amigos. “Es una injuria”, dijo. Declaró que la pareja le avisó que había adoptado un niño, pero negó su participación en la entrega. Finalmente, Ercolini los procesó sin prisión preventiva y elevó la causa.
Ayer fue la audiencia inicial del juicio oral y público, a cargo del Tribunal Oral Federal Nº 4. Tras la lectura de la elevación, los tres acusados optaron por guardar silencio, por lo cual se leyeron sus declaraciones en primera instancia. Las partes no plantearon ninguna cuestión preliminar y el tribunal pasó a un cuarto intermedio hasta la próxima semana, cuando declaren Federico y su abuela materna.
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